16 de febrero de 2010

No sabía que existía esta Murcia ultracatólica y exacerbada. Estoy sorprendido por este descontrol y esta virulencia

José Luis Mazón Abogado

Un grupo de juristas, encabezado por el controvertido letrado José Luis Mazón y englobado bajo la denominación de Asociación para la Preeminencia del Derecho, ha causado una auténtica conmoción entre los ciudadanos de Murcia y de buena parte de la Región, y no sólo entre los más devotos, con su iniciativa legal para que el Cristo de Monteagudo sea desmontado. Confiesa Mazón que imaginaba que el asunto iba a resultar polémico, pero afirma que nunca imaginó que lo que califica de «mera presentación de unos papeles en un órgano judicial» pudiera desencadenar semejante movilización. «Ahora estoy convencido de que lo que está teniendo lugar es una lucha entre la razón y las vísceras», sostiene.

- ¿Me puede explicar de qué va usted?

-Voy de defender la legalidad democrática, los derechos fundamentales y de evitar que el Estado haga profesión de la fe católica en los espacios públicos.

- ¿Va de justiciero, entonces?

- Soy un abogado activista en materia de derechos civiles y una parte de mi tiempo la consagro a hacer lo que me gusta, que es eso. Esto del Cristo es parte de esa labor.

- Creo que en el fondo se ve a sí mismo como Don Quijote, luchando contra molinos y gigantes.

- Bien, yo soy un admirador de Don Quijote. Para mí no es un tipo ridículo; es alguien muy sabio y muy serio. Y sí, lo mío es una labor donquijotesca. Aprendo mucho releyendo El Quijote y sus enseñanzas me sirven para hacer estas cosas. Lo he leído más de veinte veces y sigo haciéndolo a mi aire, abriendo las páginas y por donde salga. El Quijote es mi biblia.

- Y, por supuesto, estará usted convencido de que el libro cuenta las andanzas de un personaje real...

- Por supuesto; sin duda alguna. El propio Cervantes dice que está contando una historia real y en el capítulo 52, que es el último, dice que de su fin y acabamiento no se supo nada, salvo que la tercera vez que salió se fue a Zaragoza y que ahí se le pierde la pista. Y Cervantes se dirige a los académicos de la Argamasilla, que es el pueblo de Don Quijote. No tengo dudas de que es así. Es el cervantismo oficial el que ha falsificado la naturaleza del Quijote para ensalzar a Cervantes. Pero si éste levantara la cabeza, desterraría al cervantismo oficial. Es lo mismo que haría Jesucristo...

- Con la Iglesia oficial, se refiere.

- Se rebelaría contra ella. Totalmente. La disolvería en el acto. No le queda nada de la esencia del cristianismo.

- Resulta curioso que hable usted de cristianismo. ¿Cómo entiende esa religión?

- El cristianismo son valores espirituales como el desapego a lo material, del que la Iglesia sólo demuestra lo contrario; sinceridad y transparencia, y la Iglesia es hipocresía y doble moralidad... La Iglesia es pura contradicción con el cristianismo. Es una organización anticristiana en sus hechos.

- Lo está usted arreglando... Lo cierto es que estos días sí se ha observado algún gesto poco piadoso hacia usted por parte de personas en apariencia muy cristianas y que proponían incluso contratar a un sicario para que le ajustara las cuentas.

- Pues es un ejemplo. No parece muy ecuménico, ¿verdad?, ni tampoco muy cristiano. A mí me parece simplemente mafioso.

- ¿Se ha sentido amenazado?

- He sentido que si no me andaba con cuidado, corría peligro, sí.

- ¿Por eso se encuentra estos días fuera de Murcia?

- He visto que había un clima de gran fanatismo y me he retirado por unos días, incluso de los medios de comunicación, para evitar que pudiera darse un pico de violencia incontrolada.

- Pero no va a ir ahora de ingenuo, ¿verdad? Usted era consciente de que este tipo de reacciones se podían llegar a producir.

- Esperaba una respuesta fuerte, pero más civilizada. No sabía que existía esta Murcia ultracatólica y exacerbada. Pensaba que todo iba a quedar en una respuesta de apego hacia ese símbolo, de recogida de firmas... No este descontrol y esta virulencia. Estoy sorprendido.

- ¿Y no tiene usted nada mejor que hacer, nada más importante, que dedicarse a retirar cristos?

- Es que esto es una cosa bastante importante. Hay muchas más cosas importantes, evidentemente, pero ésta también lo es.

- ¿Por qué lo es?

- Cuando sale la sentencia de Estrasburgo sobre la ocupación de espacios públicos por símbolos religiosos, se hace evidente que este símbolo hay que quitarlo. Alguien tiene que ponerle el cascabel al gato. Yo lo estoy viviendo como una misión que tengo que cumplir.

- ¿Y qué va a ganar Murcia y España si acaba logrando su propósito?

- Pues creo que Murcia y España acabarán ganando y ello va a significar un cambio evolutivo y una mayor presencia y respeto a los derechos fundamentales. Se va a potenciar el sentido de preeminencia de lo racional.

- ¿A usted le molesta o le ofende la imagen del Cristo?

- Desde que era un niño y formaba parte de los grupos de Misión y Rescate, e íbamos los fines de semana buscando restos arqueológicos, siempre me pareció que esa estatua estaba profanando un castillo árabe y que no debía estar ahí. Pero no por ser un símbolo religioso, sino por ser una especie de postizo que deforma la belleza del lugar. Y ahora, con la 'sentencia Lautsi' de Estrasburgo, he visto que a la estatua le había llegado su hora.

- Pero, insisto, ¿le molestan los símbolos religiosos?

- El símbolo religioso en un espacio religioso no me violenta. Pero que un ciudadano que tiene derecho a que el marco jurídico de los espacios públicos se respete y que el Estado, que tendría que hacer cumplir la legalidad internacional, no lo haga, pues sí me molesta.

- ¿Es usted ateo?

- Mucha gente me lo pregunta. Yo tengo un sentido panteísta de la vida. Desde el punto de vista de los católicos, igual soy ateo. Para mí existe una fuerza divina que es la Naturaleza. Yo soy...

- ...pachamamista.

- Pachamamista. Exacto. Creo en la naturaleza como la Madre Tierra. La naturaleza inmediata, que es nuestro planeta, y también el Universo.

- ¿Y cree en Némesis, la diosa griega de la justicia?

- Por supuesto. Némesis es la emanación de la fuerza humana de la razón en el campo de la Justicia.

- También era la diosa de la venganza...

- De la justicia retributiva... Vengaba la obra mal hecha, pero recompensaba la buena.

- ¿En el fondo, no se ve a sí mismo cómo la vara de manzano que empuñaba esa diosa?

- Yo tengo confianza en esa figura. En la denuncia que el letrado Panea y yo hemos presentado contra Garzón, por el caso de los cursos en Estados Unidos que pagó el Banco de Santander, siempre bromeamos que ha sido gracias a Némesis por lo que han aparecido las cartas que el magistrado envió a Botín. Es una deidad invisible que nos ayuda.

- ¿Se cree llamado a una misión especial?

- Cada uno tiene unas misiones que cumplir en la vida. Pero nunca sabemos por dónde nos van a salir. Es algo que sientes. Yo, a veces, he sentido que debía embarcarme en algunas tareas, y otras veces he sentido que debía dejarlas. Sé que soy una persona justiciera y rebelde; ésa es mi naturaleza. Y mi misión es realizar mi naturaleza en los desafíos y vicisitudes que se me presentan. La del Cristo, por ejemplo.

- ¿Y viendo la que ha montado, volvería...?

- ¡Volvería a hacerlo, sin duda! Pero quizás limando más detalles, calculando más y buscando mejorar el efecto.

- ¿Es que cree que no se le ha entendido bien?

- No, se me ha entendido perfectamente. Pero viendo lo que ha pasado, me hubiera preparado mejor, incluso psicológicamente, contra la adversidad.

- ¿No busca, en realidad, protagonismo?

- Mucha gente lo piensa. Busco mi sentido del deber y de la justicia. Pero a veces, es cierto, te metes en cosas que dan lugar a que tus actos sean conocidos. Pero yo no sirvo a la fama; otra cosa es que la fama aparezca en mi vida.

- Pero no le molesta.

- En absoluto. Aunque a veces es un engorro tremendo. Y otras veces una tentación seductora. Creo, por ejemplo, que Garzón se vio totalmente dominado por la fama. Y llegó un momento en que ya no hacía las cosas por sentido del deber, sino por servirse a sí mismo. No quiero que eso me ocurra a mí.

- ¿Y no se siente en peligro? ¿No teme que su propio ego acabe venciéndolo?

- Bueno, yo hago una especie de limpieza diaria y trato de vigilar mi conciencia de forma cotidiana. Pero es posible que a veces haya sucumbido. Cuando me he dado cuenta de ello, he rectificado.

- Primero fue el Tribunal Constitucional; luego, el juez Calamita; ahora, Garzón. ¿Es el terror de los jueces?

- No. Hay un juez de Madrid, muy importante, que me llama el inquisidor de los jueces. Yo soy un defensor de la buena justicia y por eso me metí con el Tribunal Constitucional, que fue condenado por no motivar una resolución y por su arbitrariedad; me metí con Calamita, que fue condenado por servirse de la justicia para sí mismo y su ideología; y ahora me meto con Garzón por otro tanto de lo mismo.

- Por creer sólo en sí mismo, según piensa usted...

- ¡Exactamente! Garzón es su propio Dios y sólo se sirve a sí mismo.

- No negará que tiene fijación con los jueces...

- No tendría nada contra ellos de no ser porque son quienes tienen que impartir justicia. El judicial es un poder muy importante y que afecta a los derechos de las gentes. Es por eso que se convierte en un campo de injusticias muy importante. A mí la vida me ha puesto en esta situación; me ha hecho abogado, aunque quería ser periodista. Cuando tenía siete años fui a un juicio en Cieza y el juez tenía no menos de 90 años. Llevaba en un oído una trompetilla del siglo XIX, que ya entonces era vieja, y tenían que llevarlo dos personas en volandas. Esa irracionalidad, esa sinrazón, me impresionó. Es la forma en la que la vida me relacionó con el mundo judicial.

- No me diga que ya entonces pensó que tenía que hacer algo por cambiar la Justicia.

- Después, fue después. Pero cuando me hice abogado pensé siempre en aquella imagen, que fue un contacto terrorífico con la justicia. Me impresionó y quizás influyó en que me haya convertido en un abogado especialmente preocupado por corregir los abusos de los jueces.

- Algo habrá cambiado para bien desde entonces, ¿no?

- Bueno... El problema de la justicia es que la masificación que sufre incrementa el número de injusticias que se producen.

- ¿Se hace justicia-basura, entendida como justicia de consumo rápido, poco motivada, poco razonada, poco trabajada...?

- Sí. La masificación ha introducido muchas distorsiones, como la poca selección del personal. El sistema de oposiciones no está sirviendo para crear buenos jueces, hay un carácter rutinario en la justicia. En democracia ha tenido su evolución, pero también su involución. En muchos aspectos la justicia democrática ha sido peor que la franquista.

- Muchos abogados se quejan de que hay jueces a quienes sólo parece importarles 'despachar' sentencias...

- Es la rutina a la que me refería: dedicarse a rellenar papel.

- Y eso resulta frustrante.

- Eso es veneno para la justicia. No se hace justicia, es un simulacro, una pantomima. Es como ir al cirujano y que, en vez de arreglarte el dedo, te cause una herida horripilante que no cure en años.

- Veo que su confianza en el sistema es poco menos que nula.

- Yo creo en la idea de justicia. Pero no en la administración judicial, porque la conozco bien. Sí tengo confianza en contribuir a mejorar el poder judicial; al menos para quienes no han nacido todavía.

- ¿Y tiene alguna esperanza de que los tribunales españoles le den la razón con el Cristo de Monteagudo?

- Van a tener muy complicado no dármela. La sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos les obliga a darme la razón y si no lo hacen, será violentando sus obligaciones. De todas formas, yo estoy preparado para todo.

- Usted siempre lo fía todo mucho más lejos.

- Por supuesto. Iré al Supremo, y luego al Constitucional, y después a Estrasburgo si hiciera falta.
- Y cree que allí lo ganará.

- Es que el caso es idéntico al de la 'doctrina Lautsi', salvo que en vez de ser un crucifijo en la pared es un pedazo de estatua de 14 metros de alto en un terreno público.

- Luego tendrá que ir a por el Cerro de los Ángeles y a por el Valle de los Caídos.

- (Se ríe) Creo que por el momento me voy a conformar con el Cristo de Monteagudo. No me veo ahora mismo abriendo otra brecha como ésa.

- Es que si lo hace no le va a bastar con exiliarse de Murcia...

- Tendría que buscar refugio laico en Francia. (Vuelve a reír). Prófugo del fundamentalismo religioso.



EL PERSONAJE

José Luis Mazón (Orihuela, 1959) es uno de los abogados españoles más reputados en la defensa de los derechos fundamentales y las garantías constitucionales.

Ha abierto importantes brechas en la legislación nacional y europea y marcado hitos en la justicia, como la 'sentencia López-Ostra' por contaminación por ruidos (dictada por el Tribunal de Estrasburgo); la condena del Comité de Derechos Humanos de la ONU a España por falta de una doble instancia en la ley procesal penal; la sentencia sobre contaminación de viviendas por campos magnéticos; la condena a once magistrados del Tribunal Constitucional por no motivar una resolución; la condena al juez Fernando Ferrín Calamita por entorpecer por razones religiosas la adopción de una niña por parte de dos mujeres lesbianas; la admisión de la querella por cohecho y prevaricación contra el juez Garzón por el caso de los cursos en EE UU que pagó el Banco de Santander, o la admisión por el Tribunal de Cuentas de la denuncia contra el ex presidente José María Aznar por el uso de dinero público para conseguir una medalla en EE UU.

«Por ahora me voy a quedar en el Cristo de Monteagudo; si fuera también contra el Cerro de los Ángeles o el Valle de los Caídos tendría que exiliarme a Francia, prófugo del fundamentalismo religioso»

«Cuando tenía siete años fui a un juicio. El juez tenía no menos de 90 años y llevaba una trompetilla en un oído. Lo tenían que mover en volandas. Fue un contacto terrorífico con la justicia. Quizás por eso hoy hago lo que hago»

«El Quijote es mi biblia. De Don Quijote obtengo las enseñanzas que me sirven para hacer lo que hago»

Fuente "laverdad.es" >>> 14.02.10 - 01:39 -
RICARDO FERNÁNDEZ rfernandez@laverdad.es